Escena suprimida de la boda de Thaly y Nicolás

lunes, 1 de junio de 2009
Hola! como saben algun@s el sábado subí el capítulo con la boda de Thaly y Nico. Y pues... sip, me salté la ceremonia. Tenía escritas algunas escenas de ese momento, luego las borré, para que el capítulo no sea tan largo y la verdad me pareció muy cursi... pero me reclamaron el no haberlo puesto! así que como les prometí, pongo las escenas que suprimí. Luego las añadiré al capítulo. espero opiniones n.n

PD: ya no me odien por haberme saltado la parte más importante!!




Capítulo 41 "Perpetua felicidad"
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La iglesia parecía más mágica y hermosa que nunca, los vitrales, por los que siempre había sentido fascinación, brillaban por última vez ese día. Los nervios comenzaron a carcomerla mientras caminaba hacia el altar del brazo de Santiago. Nicolás la esperaba al frente, vestido de traje negro y camisa blanca con los dos primeros botones desabrochados; no habían conseguido que use corbata ni siquiera el día de su boda, aunque eso a Thaly la traía sin cuidado. Le interesaba unir su vida con él, lo demás era insignificante. Sonrió al ver que sólo la gente que le importaba estaba presente. En realidad, sólo la que sabía sobre su romance secreto. Ella no necesitaba una gran boda ni una enorme y costosa recepción para echarle en cara al mundo su felicidad. Tenía una familia ahora y le interesaba que sea partícipe de ese momento y de todos los que vendrían después.


Thaly se hubiera sentido realmente nerviosa si no fuera porque en los pasados meses se había acostumbrado a ser el centro de atención. Santiago parecía más nervioso en ese momento, si hubiera sido por él, habrían dado media vuelta por el pasillo central de la iglesia. Como su hermana no daba ni una minúscula señal de arrepentirse, optó por ir lo más lento posible, dándole tiempo de cambiar de parecer. Nicolás esperaba impaciente a que Thaly llegue al altar. Jamás la había visto tan hermosa y resplandeciente como en ese momento. Su largo cabello semi recogido estaba adornado por una delicada tiara que sostenía el velo, el fino colar de platino y rubí era el único adorno alrededor de su cuello. El tiempo se le hizo eterno y aquel momento digno de ser preservado en la inmortalidad. Hasta los jazmines que adornaban la iglesia perdían su belleza, mientras su amada princesa avanzaba y sonreía algo ruborizada. Cuando por fin la tuvo a su lado apretó su mano con firmeza. El padre Sebastián les sonreía paternalmente mientras hablaba, aunque ninguno de los dos prestaba atención. Se encontraban perdidos en aquel ensueño, aquel magnífico instante, con el único pensamiento de que su amor había sido más fuerte que cualquier incidente que pretendió separarlos.


Apenas volvieron a pisar tierra en el momento de los votos. Casi no dijeron nada, la emoción hacía presa de sus mentes, las palabras no fluían, mas sus miradas eran la voz de su corazón. En cuanto Thaly escuchó la frase que ya conocía de memoria gracias a los cuentos y películas, respondió rápido y sin dudar: “Sí, acepto”. Sonrió nerviosa esperando no haber sonado tonta o desesperada, pero la emoción podía más. Su consuelo fue escuchar a Nicolás pronunciar las mismas palabras de igual forma. Dejaron al padre con las palabras en la boca cuando se abrazaron apasionadamente y se fundieron en el beso más importante y memorable de sus vidas.

Ambos sintieron más calma y dicha que nunca mientras trascurría la ceremonia, y una embriagante alegría cuando por fin unieron sus vidas para siempre. De alguna forma sabían que aquella felicidad se transmitía a su pequeño ser, quien se alimentaba de amor en ese momento…


Eran muy pocas personas para tener una gran recepción. Así que optaron por una íntima cena en casa del padre de Nicolás. Aunque Thaly había colaborado con los preparativos de su día especial; las hermanas de Nicolás se habían encargado de la mayoría de los arreglos; incluso habían comprado un precioso pastel, del cual Thaly no estaba enterada. Las mesas estaban acomodadas en la gran sala principal de la casa, adornadas con manteles blancos y arreglos de jazmines, completamente a tono con el vestido de novia. Al fondo una gran mesa exhibía el pastel, blanco y decorado con chocolate que simulaba pétalos de rosa; a su lado había una pirámide de copas llenas con Champaña y vino blanco, y otras cuantas apartadas con jugo de uva, deliberadamente preparados por Alan para Thaly.


A los pocos minutos de ingresar, comenzó la segunda ceremonia con el juez de registro civil. Thaly se puso un poco temblorosa al momento de firmar, tenía tanta dicha junta que le era difícil contenerla. La mano de Nicolás alrededor de su cintura liberó la tensión. Aquel fue el punto final a su vida anterior, una de total desventura con insignificantes vestigios de felicidad que casi no se vislumbraron hasta conocerlo a él. Levantó el papel emocionada, casi a punto de romper a llorar nuevamente mientras leía su nuevo nombre: “Natalia Milagros Cohen”; elegido por su propia convicción, en la decisión de deshacerse de cualquier vinculación con su padre.

Después, prácticamente no los dejaban estar juntos, sus amigos los llevaban de un lugar a otro. Thaly abrazaba entusiasmada a Anita mientras Alex y Daniel la miraban sonriendo, aunque algo extrañados. Alison la felicitó y no permaneció mucho tiempo en la fiesta, sin duda las cosas eran diferentes entre ambas, sus vidas habían tomado rumbos completamente distintos. El nivel de responsabilidades lograba una marcada diferencia. Alison podría continuar saliendo con amigas, experimentar distintas relaciones, hacer lo que quisiera casi sin limitaciones. Thaly viviría su juventud de una manera diferente, aunque su alma se sentía libre finalmente, ahora ella era la responsable por el bienestar de su familia, y verdaderamente no se arrepentía de aquello.


Sara abrazaba a su hermano mientras su novio le daba palmaditas en el hombro, otorgándole el pésame por la pérdida de su vida libertina. Thaly también conversaba amenamente con sus hermanos: Santiago, quien todavía contemplaba la situación con recelo; Alejandro, a quien había recuperado para siempre y librado de la cárcel invisible de la que fue preso; y Daniel, quien no era su hermano de sangre, pero si del alma, su amigo inseparable que jamás le dio la espalda y la había amado devotamente aún sin ser correspondido.


Thaly subió por las escaleras, pasando la mano delicadamente por el arreglo floral que envolvía el barandal, como la enredadera de la torre en un castillo de cuento de hadas. Sara aún abrazaba amenamente a su hermano cuando Thaly se paró frente a ella y le extendió el ramo.


-Gracias, por todo. No soy supersticiosa, pero creo que esto del ramo es cierto- dijo con una sonrisa mientras su cuñada tomaba el arreglo de flores rosas entusiasmada. Sólo Alan observaba con sufrimiento, esperando que ella no se lo tome en serio…

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